Embarazada a 36,000 pies de altura
- Ana Karla Garza

- 9 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun

Estaba en Ciudad de México, horas antes de irme al aeropuerto a tomar el vuelo a Tokio. Sería un viaje largo y con una ruta que no hace mucho sentido; la logística me falló, como dicen… “en casa del herrero, cuchillo de palo”. No entraré en detalles que le quiten relevancia al tema principal. Lo que sí vale la pena mencionar es que el viaje consistiría en hacer una parada en Tokio de una noche para volar hacia Abu Dabi, turistear allí unos días, para después llegar a Dubái a trabajar, y por último cerraría mi viaje de nueva cuenta en Tokio.
Mientras hacía la maleta, como siempre en el rush, topé con la pared y me golpeé el dedo del pie chiquito tan fuerte que resultó en fractura, así que mi viaje inició con un soporte para el pie derecho, una maleta grande y una prueba de embarazo positiva.
Tengo 36 años. Hace diez años atrás no tenía planes de embarazarme, sino todo lo contrario: estaba enérgica por superarme profesionalmente y comenzaba la inquietud de independizarme y renombrarme a self-godin.
Curiosamente, en octubre del año pasado decidí congelar mis óvulos. Necesitaba quitarme la presión del tiempo de encima; el reloj biológico me estaba alterando el sueño. No fue tampoco fácil tomar esta decisión; el tema aún no tiene la suficiente difusión y tampoco piensas en que, científicamente, la mujer nace con 2 millones de óvulos, en la pubertad nos quedan 300,000 (aprox.) y entonces, ¿a tus 34?!? Do the math; de esos que “te quedan”, sólo unos cuantos están en condiciones aptas para funcionar. Fue entonces que caí en cuenta de que debía tomar acción.
Si pensaste que mi embarazo fue consecuencia de este procedimiento, ¡pues no! Algunos dicen que fue mi cuerpo alejado del cortisol del estrés; otros, que me habrá ayudado de alguna forma el procedimiento hecho meses atrás. A mí me gusta pensar que el universo te manda las sorpresas cuando las necesitas. Siento que me ha sucedido en el mejor timing. Un par de amigas que fueron mamás jóvenes me dicen que no tendrían la paciencia ahora para comenzar este ciclo. Al madurar has aprendido un montón de lecciones, pero es cierto que también las responsabilidades y la misma rutina o tu trabajo se pueden volver estresantes per se, y ahora, ¿de dónde sacar más paciencia para atender a un bebé?
Me siento muy emocionada por la evolución: Ana Reloaded 4.0, en sus marcas, listos, ¡fuera! ¿Qué somos si no seres en constante evolución? No creo tampoco que las mujeres tengamos como destino ser madres. Yo me encontraba de lo más feliz viajando por el mundo, haciendo lo que más me encanta, creciendo con y para mi empresa; ahora espero seguir haciendo lo mismo, pero con alguien más a mi lado.
Escuché un día un pódcast de una mujer que se expresaba libremente sobre su transición a mamá y comentaba que, a pesar de amar a su hija, acepta que hubiera preferido no ser madre. Comentaba que recibió muchas críticas por hablar abiertamente del tema y cuestiona por qué a la mujer se nos crucifica por referirse a esta parte de la vida como un error, si todos los humanos cometemos errores. El tema es interesante, no solo controversial. En dado caso, espero en un futuro no identificarme con ella.
Ahora, con 22 semanas de embarazo, me visualizo con mucho optimismo y espero saber encontrar el balance para amar y disfrutar la vida en todas sus fases.
Del viaje les comparto algunas fotografías. Parte del sacrificio fueron el sushi, el vino y el sake, confiando en solo una prueba de farmacia y esperando con ansias llegar a México para acudir al doctor y saber si todo esto era una fantasía o una realidad.







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